En una era de rápida urbanización y cambio climático, la gestión del crecimiento urbano sostenible y la construcción de ciudades que funcionen es de hecho uno de los desafíos de desarrollo más urgentes.
Hoy en día, más de la mitad de la población mundial - casi 4 mil millones de personas - vive en zonas urbanas. En dos décadas ese número crecerá a 5,5 mil millones, más del 60 por ciento de la población mundial. Al mismo tiempo, se prevé que el área edificada total de las ciudades del mundo será el doble de lo que es hoy en día, si no es que más.
Debido a que las decisiones de planificación urbana aprisionan a las ciudades durante generaciones, lo que decidan las autoridades en estas dos décadas -permitirá o impedirá- el futuro sostenible de las ciudades para el resto de este siglo. Con esto en mente, uno puede preguntarse: ¿Cómo será el mundo cuando Habitat IV tenga lugar en 20 años? Puedo imaginar dos extremos opuestos.
En un extremo, a las ciudades se les ha abandonado a su propia suerte y han crecido de forma prácticamente ingobernable, debido a la planificación inadecuada y a la mala gestión. En tal situación, estas ciudades se caracterizan por lo siguiente:
- La población urbana se ha duplicado en ciudades que se han expandido mucho más allá del punto en el que los servicios básicos puedan ser asequibles o efectivamente proporcionados.
- La inversión en infraestructura no puede mantenerse ni atender la necesidad de terrenos y viviendas asequibles.
- Numerosas personas ocupan asentamientos de baja densidad en las afueras de la ciudad sin acceso a agua, saneamiento o electricidad, y en zonas de alto riesgo propensas a tormentas, inundaciones o deslizamientos de tierra.
- La desigualdad es más visible. Los empleos y las oportunidades económicas siguen concentrados en las áreas centrales de la ciudad. Sin una buena red de transporte, los habitantes tienen pocas opciones para acceder a estas oportunidades.
Este futuro es cada vez más probable que se convierta en realidad. Por ejemplo, Kinshasa, una ciudad africana de rápido crecimiento, se ha convertido en la zona de tugurios más grande del mundo, y la mayoría de la gente camina un promedio de 20 a 25 km cada día en busca de trabajo informal.
Niños en una zona pobre de Pakadjuma en Kinshasa. Foto @FT Reports
Por otro lado, las ciudades bien planificadas y bien gestionadas pueden aprovechar plenamente los beneficios de la urbanización para generar y sostener el crecimiento. Estas ciudades tienen un conjunto muy diferente de características:
- Estas ciudades modelo del futuro no sólo se adaptan a los aumentos de la población y satisfacen sus necesidades básicas, sino que crean ambientes urbanos que son altamente habitables y sostenibles.
- Estas ciudades también se benefician de una infraestructura urbana integral que incluye sistemas de transporte público eficaz, así como una planificación urbana centrada en las personas basada en datos, como la ciudad de Seúl, que ha experimentado una notable transformación de una ciudad pobre a una que impulsa una de las economías más grandes de Asia.
- La planificación en estas ciudades adopta una visión integral a largo plazo y la infraestructura está diseñada no sólo para ser resiliente, sino también para servir como espacios públicos verdes. En Singapur, por ejemplo, el crecimiento urbano se ha gestionado de tal manera que la cubierta verde de la ciudad ha aumentado con el tiempo, a pesar del aumento de la densidad.
- El resultado son las ciudades que son eficientes, atractivas y capaces de proporcionar una alta calidad de vida, al tiempo que permiten un mayor crecimiento económico.
Tres primeros pasos
¿En cuál de estos dos mundos urbanos queremos vivir? Para mí, la elección es clara. Sin embargo, para llegar allí, los líderes regionales, nacionales y de la ciudad necesitan ponerse a trabajar. Deben tomar decisiones informadas sobre la planificación, conexión y financiamiento de sus ciudades.
Reconocemos que no hay dos ciudades iguales y que el crecimiento urbano debe planificarse y administrarse para adaptarse a cada contexto local. Sin embargo, algunos bloques de construcción básicos pueden ayudar a todas las ciudades a estar mejor preparadas para el crecimiento que está por venir.
Un crecimiento urbanístico bien administrado no ocurrirá por casualidad. Por lo tanto, fortalecer las instituciones para el uso integrado de la tierra y la planificación de los transportes, así como para la gestión de los derechos de propiedad y de la tierra, son los primeros pasos esenciales.
Otro de estos bloques necesita invertir en una infraestructura básica resiliente para satisfacer las necesidades de la población, particularmente conectando a los residentes urbanos con los puestos de trabajo y los mercados.
Sin embargo, las necesidades de financiación de las infraestructuras de las ciudades son inmensas. Con el fin de cerrar esta brecha, los gobiernos tendrán que aprovechar mejor la financiación del sector privado.
A lo largo de la historia, el desarrollo ha ido acompañado de una rápida urbanización, aunque la relación no siempre se ha reforzado mutuamente. Ahora tenemos la oportunidad de establecer esta relación en el camino correcto. Basémonos en el impulso de Hábitat III para dar pasos concretos hacia la implementación de la Nueva Agenda Urbana y, finalmente, los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
Sameh Wahba es Director de Desarrollo Urbano y Territorial, Gestión del Riesgo de Desastres y Resiliencia de las Prácticas Globales Sociales, Rurales, Urbanas y de Resiliencia del Banco Mundial. Saber más.
La opinión expresada en este artículo es la del autor y no refleja en modo alguno la opinión de ONU-Habitat.