Las ciudades están en el corazón del futuro de la humanidad, pero también son la zona cero de algunos de nuestros mayores desafíos: el cambio climático, la desigualdad social y la fragilidad económica. Para albergar a la creciente población urbana y alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), al tiempo que lideran la lucha contra el cambio climático, las ciudades deben adoptar un desarrollo urbano transformador y sostenible.
13 de enero de 2025
Artículo publicado en inglés en Time
Hoy en día, más de la mitad de la población mundial vive en ciudades, una cifra que se estima que aumentará en 2.400 millones de personas para 2050.
La rápida expansión de las zonas urbanas ya no es sólo una tendencia: es una crisis. La expansión urbana no planificada, impulsada principalmente por las crecientes necesidades de vivienda y el crecimiento de asentamientos informales que albergan a más de 1100 millones de personas, amplifica los riesgos climáticos. Los edificios, las viviendas y la construcción son responsables de hasta el 40% de las emisiones de gases de efecto invernadero.
Como se describe en el Reporte Mundial de las Ciudades 2024 de ONU-Habitat , se prevé que más de 2000 millones de residentes urbanos experimenten aumentos significativos de temperatura para 2040, y más de un tercio de los habitantes de las ciudades vivirán en zonas donde las temperaturas medias anuales superen los 29 °C. En las últimas décadas, las zonas verdes de nuestras ciudades, vitales para mitigar el calor y fomentar el bienestar, se han ido reduciendo del 19,5 % del suelo urbano en 1990 a solo el 13,9 % en 2020.
Los desastres relacionados con el clima, como las inundaciones, los ciclones y las sequías, han aumentado. Representaron el 91 % de los grandes desastres entre 1998 y 2017. A menudo, son las comunidades más vulnerables y las personas que viven en asentamientos informales las más afectadas.
Pero no se trata sólo de un problema medioambiental. Las ciudades se enfrentan a unas brechas sociales y económicas cada vez más profundas. Las pérdidas económicas anuales derivadas del aumento de los desastres naturales podrían superar el billón de dólares a mediados de siglo, según las proyecciones del Reporte Mundial de las Ciudades.
La actual crisis mundial de la vivienda afecta a más de 2800 millones de personas en todo el mundo. Al mismo tiempo, la inversión en vivienda social ha disminuido, y la mayoría de las regiones destinan menos del 0,5% del PIB. El desplazamiento interno, impulsado por los conflictos y los desastres naturales, está añadiendo presión a las necesidades actuales de vivienda. Un informe reciente del Centro de Monitoreo de los Desplazamientos Internos revela que el número de desplazados internos en África se ha triplicado hasta alcanzar los 35 millones en los últimos 15 años, y el 60% de ellos busca refugio en zonas urbanas ya de por sí sobresaturadas.
© CAL FIRE.
Los bomberos luchan contra un incendio forestal en el área de Palisades, cerca de la ciudad estadounidense de Los Ángeles, en California. Fuente UN News.
Las ciudades no son sólo la fuente de los desafíos, sino también la solución.
La clave está en repensar las políticas urbanas, las funciones sociales y ecológicas del suelo, la legislación y la financiación para priorizar la vivienda y los servicios básicos como catalizadores de la acción climática y el desarrollo sostenible. Es necesario hacer explícito el vínculo entre la vivienda asequible, las ciudades bien planificadas y equitativas y el desarrollo sostenible.
En primer lugar, es importante optimizar el uso de la tierra para obtener beneficios ecológicos, económicos y sociales. Este enfoque de las cuestiones relacionadas con la tierra reducirá las emisiones, mejorará la accesibilidad y liberará el potencial sin explotar de las zonas urbanas. Una tarea fundamental es impulsar el desarrollo económico local mediante la transformación de los asentamientos informales y su integración en el tejido urbano, especialmente teniendo en cuenta la relevancia de la economía informal para el PIB en el Sur Global. Por ejemplo, según la Organización Internacional del Trabajo, el 98,5% de la fuerza laboral de Níger estaba empleada de manera informal en 2021.
En segundo lugar, debemos centrarnos en la vivienda y garantizar el uso de materiales de construcción sostenibles, al tiempo que desarrollamos los mercados locales. La vivienda y la construcción cumplen una doble función: crear puestos de trabajo, estimular la economía y hacer que la vivienda sea más sostenible y respetuosa con el medio ambiente. Al incorporar materiales de construcción sostenibles, como el acero reciclado, el bambú y el aislamiento de bajo consumo energético, podemos reducir la huella ambiental de las viviendas nuevas y reformadas.
En tercer lugar, los servicios básicos como la energía limpia, el agua, el saneamiento y el transporte deben integrarse sin fisuras en la planificación urbana, garantizando una inversión adecuada en infraestructura. Estos servicios son cruciales no sólo para el bienestar de los residentes, sino también para mitigar y adaptarse al cambio climático, asegurando que las ciudades sean resilientes y sostenibles para las generaciones futuras.
Los gobiernos locales y regionales están en la primera línea de estas transformaciones. Conectan las ambiciones globales con la acción a nivel de base, conectando infraestructura, servicios y personas, y sirviendo como base para los ODS. Esto incluye trabajar con y para las comunidades más vulnerables en asentamientos informales y diseñar estrategias que maximicen el uso del entorno construido, alineándose al mismo tiempo con las preferencias de los consumidores y la demografía.
No podemos completar la casa de los ODS sin un techo.
La vivienda es el techo que mantiene unida la estructura. En América Latina se está produciendo un rápido crecimiento urbano, y las ciudades de esta región tendrán que cuidar y albergar a las poblaciones en aumento. Las inversiones en programas de vivienda e infraestructura deben considerarse una oportunidad para crear economías de escala, así como para ampliar las bases de consumo e impuestos. Según la Asociación Nacional de Constructores de Viviendas de Estados Unidos, la construcción de 100 viviendas asequibles crea 161 puestos de trabajo locales solo en el primer año y aporta 11,7 millones de dólares en ingresos locales.
El camino a seguir es claro: esfuerzos unificados donde los objetivos sociales, urbanos y climáticos se crucen sobre una base de acción local bajo el techo de una vivienda adecuada.Y nuestro principio rector es simple: si cuidamos a las personas, ellas cuidarán del planeta.
Anacláudia Rossbach
Directora Ejecutiva de ONU-Habitat