La rápida urbanización actual ejerce presión sobre la vivienda y el uso del suelo. Para el 2030, cerca de 3,000 millones de personas o el 40% de la población del mundo necesitarán tener acceso a viviendas, infraestructura básica y a otros servicios tales como sistemas de acueducto y saneamiento.
ONU-Habitat
22 de mayo 2018
Estas cifras pueden traducirse en la necesidad de construir 96,150 viviendas diarias en suelos con servicios a partir de este momento y hasta el 2030. Desafortunadamente, y especialmente en países en vías de desarrollo, el suministro es limitado debido a sistemas de gobernanza inadecuados, deficiencias en recursos humanos e instituciones y reglamentaciones obsoletas que no cuentan con suficientes facultades o que no están bien informados.
En algunas ciudades, hasta el 80% de la población vive en tugurios
Hasta ahora, el fracaso de la planificación urbana y del sector de la construcción, en lo que se refiere a la demanda de viviendas, se debe a la gran cantidad de trabajos atrasados que como resultado promueven la creación de asentamientos precarios en diferentes contextos alrededor del mundo. De hecho, las restricciones de los sistemas de entrega de tierras y viviendas formales ocasionan que cada vez más personas, que de una u otra forma calificarían para este tipo de programas de viviendas, opten por asentamientos precarios.
Acceso a viviendas inclusivas, sostenibles y adecuadas para todos
Factores como el lugar dónde se ubican las viviendas, qué tan bien están diseñadas y construidas y qué tan bien se entrelazan con el tejido ambiental, social, cultural y económico influencian el vivir diario de los personas, su salud, su seguridad y su calidad de vida. Adicionalmente, estos factores afectan tanto las generaciones actuales como las futuras, dada la vida útil de las viviendas como estructuras físicas.
Por todo esto, la vivienda es un elemento esencial para el desarrollo sostenible. Además, la vivienda también hace parte de las relaciones entre sociedad y medio ambiente. Por una parte, la construcción y operación de viviendas consume una gran cantidad de recursos (suelo, energía, agua, materiales de construcción), al mismo tiempo que contamina el aire y el agua. Por otra parte, las viviendas están expuestas a una variedad de impactos ambientales y riesgos tales como los desastres naturales y el cambio climático. Estos aspectos también adquieren una importancia considerable dentro del desarrollo sostenible.
Esta compleja red de interrelaciones entre sostenibilidad y vivienda es uno de los temas principales de las políticas de viviendas sostenibles. Dichas políticas se basan en un espectro de condiciones subyacentes junto con las cuatro dimensiones de la sostenibilidad: ambientales, sociales, culturales y económicas, con el fin de lograr la sostenibilidad durante el desarrollo de las viviendas.
Dentro de estas condiciones se incluye el impacto ambiental y el cambio climático; la durabilidad y la adaptación de los hogares; las actividades económicas en las viviendas y su relación con la economía en general; el tejido social y cultural de las comunidades y, finalmente, el impacto de las viviendas en la reducción de la pobreza, en el desarrollo social y en la calidad de vida de la población.
Aunque las viviendas sostenibles generalmente se consideran sinónimos de riqueza y opulencia, esto no necesariamente es siempre cierto. En realidad, las viviendas sostenibles son aquellas que pueden ser tanto inclusivas como accesibles para todos. Por lo tanto, que una vivienda sea asequible es una de las condiciones necesarias para permitir la trasformación hacia la vivienda sostenible. Sin embargo, ser asequible no es la única condición, ya que este tipo de viviendas no pueden considerarse sostenibles si generan un impacto negativo en el medio ambiente o en la vida social.
Así pues, solo la unión entre viviendas asequibles y las demás condiciones de sostenibilidad garantizan el verdadero significado de una vivienda sostenible. Adicionalmente, aunque una vivienda sostenible también es considerada una vivienda ahorradora de recursos o dicho de otra forma, una vivienda verde, es necesario adoptar una perspectiva y un enfoque más amplio que permita entender a una vivienda sostenible no solo como una unidad o un grupo de edificios verdes auto-sostenibles, sino como una práctica residencial, amigable con el ambiente y con la sociedad que se integra con los sistemas urbanos y/o asentamientos.
Este enfoque es necesario desde la perspectiva integral del desarrollo sostenible y la naturaleza multifacética de la vivienda. Una vivienda asequible y sostenible puede considerarse en este contexto una extensión de la misma apropiada a todas las estrategias de la Nueva Agenda urbana.
Una vivienda apropiada significa mucho más que un simple techo.
De hecho, también significa privacidad, espacio adecuado, accesibilidad física, seguridad apropiada, seguridad de tenencia, estabilidad y confiablidad estructural, iluminación, ventilación y calefacción apropiadas; también implica infraestructura básica adecuada, como suministro de agua y servicios sanitarios y de manejo de residuos; cualidades ambientales adecuadas y factores relacionados con la salud; una buena ubicación respecto a instalaciones básicas y laborales. Adicionalmente, todos los elementos anteriores deben ser asequibles.
Desarrollo de políticas de vivienda
La urgente necesidad de proporcionar hogar a millones de personas en países en vías de desarrollo y la notable tasa de construcciones ilegales y procesos de producción de viviendas exige un cambio en el paradigma de las políticas de vivienda, planeación urbana y prácticas de construcción.
La urgencia es cada vez mayor debido a los fenómenos ocasionados por el cambio climático, especialmente porque el sector de la construcción es responsable por casi el 40% de la emisión de gases de efecto invernadero en las ciudades.
Este problema obliga a los gobiernos nacionales y locales a prestar mayor atención a los estándares y normas de diseño, planeación y de tecnología que afectan la planeación de áreas residenciales, el diseño y producción de viviendas y la industria de la construcción. Sin embargo, aún queda un largo camino por recorrer antes de que las viviendas sostenibles logren la importancia que deberían tener en países en desarrollo.
No es fácil encontrar en este tipo de países políticas integrales enfocadas en las facetas sociales, culturales, ambientales y económicas de la vivienda. En muchos de estos contextos, los reconocidos programas de viviendas en pro de los pobres con frecuencia ofrecen instalaciones con bajos estándares, en ubicaciones remotas que no tienen en cuenta el estilo de vida de los residentes, ni sus estrategias para subsistir. En otros, el rápido crecimiento en el desarrollo de las viviendas aumenta la huella de carbono, impactando de forma negativa al medioambiente.
Además, en la mayoría de las ciudades de los países en vías de desarrollo, tener una vivienda digna y segura aún es un sueño para la mayoría de la población, mientras el gobierno considera a las viviendas asequibles como una simple responsabilidad social.
que permitan establecer un ambiente apropiado que aumente la oferta de viviendas asequibles. El requisito principal implica que solo con una fuerte voluntad política, lineamientos sólidos y reglamentaciones apropiadas, los países y sus ciudades podrán proporcionar una vivienda apropiada para todos, reduciendo el crecimiento de asentamientos precarios y garantizando un desarrollo urbano sostenible.
Los principales inversionistas, tales como los organismos gubernamentales nacionales y locales, las organizaciones no gubernamentales, las instituciones financieras, al igual que las constructoras y los desarrolladores del sector privado deben trabajar dentro de marcos estipulados.
Así, condiciones operacionales e institucionales correctamente definidas tendrán la facultad de apoyar el sector de la vivienda de una manera más efectiva y, como consecuencia, contribuirán con la oferta de viviendas asequibles y dignas para todos.
Las políticas de vivienda nacional deben ir de la mano con otros aspectos de desarrollo tales como los intereses económicos, sociales y ambientales. Por ejemplo,
De igual forma, las políticas de vivienda deben tener en cuenta las consideraciones de planificación urbana, promoviendo el uso urbano mixto, densidad de población media a alta y garantía de huellas urbanas reducidas y patrones de movilidad racionales. Las autoridades nacionales y locales deben tomar el control de los proyectos de vivienda, no solo para crear un ambiente propicio para los inversionistas, desarrolladores y constructores (para resolver asuntos sobre el suelo, por ejemplo) sino también para asegurar que las viviendas puedan ser asequibles y en pro de los pobres y para garantizar el suministro de servicios e infraestructura básicos.