Los gobiernos locales y regionales son la primera línea de preparación y respuesta a la pandemia global del COVID-19. Junto con las autoridades sanitarias y las comunidades, son los gobiernos locales y regionales quienes garantizarán que los servicios públicos en las ciudades y países de todo el mundo funcionen correctamente durante la respuesta.
Abril 1, 2020
Hasta ahora, el impacto del COVID-19 ha sido geográfica y socialmente diverso. Esta pandemia está afectando a territorios en todo el mundo, sin reconocer nacionalidades o fronteras. Parece que todavía hay una oportunidad para algunos países y algunas ciudades en el hemisferio sur para aprender de las respuestas de ciudades y regiones que ya han pasado por esta situación.
Los gobiernos locales y regionales están lidiando con la emergencia de salud, mitigando el impacto social y económico de los más pobres en tiempo real. Deben mantener los servicios básicos y garantizar el suministro de alimentos. Los gobiernos regionales tendrán que lidiar con los cambios de población cuando se pierdan empleos en las zonas urbanas y las personas tengan que buscar cómo subsistir en otro lugar.
También juegan un papel crítico para fomentar la solidaridad de las comunidades y hacer posible que la sociedad civil se una y contribuya a la resiliencia de nuestras comunidades.
Prevenir y gestionar los brotes del COVID-19 es el mayor desafío en las ciudades con asentamientos informales. Las personas que viven en barrios marginales dependen a menudo de servicios de salud informales y utilizan sistemas de transporte público abarrotados de personas o en condiciones poco adecuadas para viajar largas distancias entre el hogar y el lugar de trabajo. Sufren la falta de servicios de gestión de residuos, viviendas deficientes, ausencia de servicios básicos e instalaciones sociales.
En su caso, existe un mayor riesgo de contagio rápido de cualquier enfermedad infecciosa, al estar en entornos en los que las medidas preventivas, como permanecer en el interior y el autoaislamiento, son muy difíciles.
A medida que las economías de muchas ciudades y países luchan para resistir el impacto del COVID-19, la resiliencia de la comunidad debe ir más allá de la respuesta a los desastres y desarrollarse a través de una red de seguridad social mejorada e innovadora. Al trabajar a favor de comunidades sostenibles, las ciudades y regiones desempeñan un papel clave en la prevención del aumento de la desigualdad, la pobreza y la estigmatización de la población de quienes no tienen un ingreso seguro o beneficios sociales.
No a los desalojos
Los gobiernos locales y regionales deben evitar los desalojos como consecuencia de la pérdida de medios de vida y la dificultad de muchos trabajadores del sector formal e informal para pagar su renta. El extenso trabajo de ONU-Habitat a favor de los derechos de vivienda, la seguridad de la tenencia y la prevención de los desalojos forzosos puede ayudar a desarrollar soluciones innovadoras basadas en la asociación. CGLU hace un llamado a sus miembros para que realicen esfuerzos adicionales y trabajen con los habitantes de barrios marginales organizados para apoyar a los más vulnerables.
Aprendizaje entre países y ciudades
La pandemia por COVID-19 avanza a diferentes velocidades en diferentes partes del mundo. Es fundamental garantizar un aprendizaje activo y un intercambio rápido de un país a otro, y de una ciudad a otra, a medida que pasan de la preparación a la contención y de la respuesta a la recuperación. Los gobiernos locales, los alcaldes y las comunidades, con las autoridades regionales y nacionales, deben participar y compartir sus desafíos y éxitos. Es necesario que haya nuevas formas de colaboración entre expertos en salud urbana, agencias gubernamentales a todos los niveles, expertos en saneamiento, científicos sociales, innovadores y planificadores urbanos.
CGLU, Metropolis y ONU-Habitat y sus socios están llegando a ciudades y socios a nivel mundial para aprovechar la solidaridad y la voluntad política de los gobiernos locales y regionales que están en primera línea, presionando más que nunca para ser los impulsores del cambio, llevando a cabo acciones equitativas para la prestación de servicios, asegurando la preservación de recursos comunes y promoviendo los derechos humanos en medio de esta crisis. Estamos intensificando el aprendizaje activo y la comunicación de ciudad a ciudad y fomentaremos nuevas formas de cooperación de ciudad a ciudad, en prevención, respuesta y recuperación.
También necesitamos empoderar a las comunidades para desbloquear el potencial de autoorganización y autoayuda para cumplir con el nivel de la urgencia actual. Las nuevas tecnologías, configuradas y utilizadas por nuestras comunidades, pueden permitir la atención médica y el aprendizaje a distancia, la comunicación y las conexiones remotas, cuando la movilidad y las interacciones deben ser limitadas, lo cual es particularmente importante para las personas más vulnerables y de mayor edad.
La forma en que respondamos a la crisis del COVID-19 y lo que aprendamos de esa respuesta será fundamental para construir las ciudades y comunidades del futuro. Es solo a través del trabajo para construir una ciudadanía amplia, que los gobiernos locales y regionales lograrán cambiar esta situación.
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